Por el prof. Alejandro Díaz Manzanelli
Fue necesario que Tom Shadyac dirigiera la
película biográfica “Patch Adams”, protagonizada
por Robin Williams, para que el verdadero dr.
Hunter Adams tomara fama mundial y pudiera finalizar la construcción de la
clínica “Gesundheit” en Virginia Oeste, donde implementó en forma contundente su
terapia del humor y del afecto. Pero algo menos conocido es que las
revolucionarias ideas e iniciativas de Florencio
Escardó (1904-1992), médico
argentino, ya se le habían anticipado en varios años. Hoy su nombre permanece
en un injusto olvido.
Figura clave de la humanización de la
medicina, solía decir que “La medicina
está enferma de ciencia”, habiendo comprobado que “el miedo y el abandono enferman mucho más que las bacterias”.
En efecto, el afecto e interés por el paciente fueron eje fundamental de su
tratamiento clínico. Pediatra, periodista, literato y humorista (escribía en el
diario Crítica bajo el seudónimo “Piolín
de Macramé”), llevó a la práctica gran cantidad de concepciones
revolucionarias, paradójicamente hoy más conocidas por experiencias implementadas
fuera de nuestro medio: Medicina Psicosomática, Homeopatía, Antroposofía, Acupuntura,
Asistencialismo Social, trabajo conjunto de médicos y psicólogos, peligros de
la contaminación electromagnética, etc.
Como
Jefe de Pediatría de la Casa Cuna , estableció
por primera vez la internación conjunta de madres e hijos al comprobar que muchos
niños empeoraban -y hasta morían repentinamente- cuando se los separaba de las
mismas (marasmo o “muerte súbita”). Por el contrario, a través de la presencia
y atención de las madres su evolución era notoriamente favorable. Esta
concepción la expone en su obra “Abandonismo
y Hospitalismo” y fue el tema de la película “La Cuna Vacía” (1942) de Carlos Rinaldi, protagonizada por Angel Magaña y de la cual Florencio Escardó fue guionista.
No se conformó con ser Decano de la Facultad de Medicina y
Vicerrector de la
Universidad de Buenos Aires, sino que convirtió en “cátedras”
los medios de difusión masiva en una verdadera gesta de popularización de la
medicina. Así participó en Crítica, Clarín,
El Mundo, La Razón ,
La Nación , la Revista “El Hogar Obrero”,
y especialmente en el programa televisivo “Buenas
Tardes, Mucho Gusto”, donde sus consejos eran seguidos diariamente por millones
de madres.
Respecto al ahogo infantil o “falso crup” enfatiza el mal de la electropolución, aún casi desconocido,
donde el rozamiento de las superficies acrílicas libera partículas cargadas
(iones “positivos”), alterando el medio ambiente imprescindible para que las
células del organismo realicen sus intercambios bioeléctricos: “El niño se
convierte en un condensador” decía, donde la ducha caliente que lo alivia no es
sino un benéfico baño de iones negativos: “Los muebles de material sintético
(fórmicas y otras formas de plástico) deben ser desterrados de las habitaciones
de los niños, así como las cortinas, tapices y colchas pues alteran
intensamente el equilibrio iónico. Lo mismo reza, y de modo enfático, para la
ropa de nylon y toda clase de acrílico. El niño y en especial el bebé solo
deben usar ropa de algodón, lana o hilo. Y no hay discusión al respecto.”
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